La Señora Yichu estaba en el abrazo de Ruo He, con el rostro enrojecido y los ojos cerrados, sin atreverse a abrirlos.
Ruo He estaba demasiado ansioso, caminando rápidamente sobre la cresta del campo cuando, descuidadamente, resbaló, cayendo hacia adelante.
Preocupado por chocar contra la Señora Yichu, hábilmente la sostuvo y se volteó, haciendo de sí mismo el cojín.
De repente, desequilibrada y asustada, la Señora Yichu abrió de golpe los ojos, sus manos se aferraron instintivamente a la ropa de Ruo He antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, se encontró acostada encima de Ruo He, con su pequeña boca chocando accidentalmente contra la de él.
—Señora Yichu: "..."
—Ruo He: "..."
Ambos se miraron con los ojos muy abiertos, atónitos.
—Abuela Lei: "..."
Se había acabado; ahora, el tercer hijo había mancillado verdaderamente la inocencia de la Señora Yichu.
Parecía que tendría que buscar una casamentera para proponer matrimonio cuando volviera.