—Ruo Xuan entonces adivinó varias adivinanzas de faroles más y obtuvo joyería de oro y plata de forma gratuita —comentó el narrador—. El tendero estaba casi llorando: ya había regalado casi cincuenta taeles a esta joven señorita. ¡Sólo no adivinen también la linterna del Palacio Liuli! Realmente era el caso de que aquello que temía, sucedería.
—Ruo Hang y sus hermanos pensaron durante mucho tiempo pero no pudieron descifrarlo, así que le preguntaron a Ruo Shui si tenía alguna idea; Ruo Shui negó con la cabeza —narra la historia—. Entonces solo podían recurrir a Ruo Xuan y Xuanyuan Que. Ruo Xuan tampoco sabía y miró hacia Xuanyuan Que. ¡El tendero observaba a la dorada pareja con ojos nerviosos!