Su corazón, que había estado latiendo descontroladamente, comenzó a desacelerarse, y el latido en su cerebro se alivió a medida que la energía gélida recorría sus venas, empujando hacia atrás el abrumador calor. Podía sentir el frío qi de los pendientes contrarrestando el mana y la energía espiritual furiosos dentro de ella, obligándolos a una armonía inestable.
Su respiración, entrecortada y superficial, se volvió más estable, y por primera vez desde que comenzó el tormento, Kisha pudo sentir un atisbo de control regresando. La abrumadora presión que había atrapado su corazón y su mente comenzó a levantarse, y aunque todavía no estaba completamente fuera de peligro, había un destello de esperanza. La energía fría era su ancla, trayéndola de vuelta del borde.