Otra preocupación pesaba mucho en las mentes de Gorrión y Tristan: la posibilidad de que los enemigos que acechaban en las sombras fueran un equipo de élites altamente entrenados, incluyendo tanto francotiradores como combatientes cuerpo a cuerpo, muy parecidos a ellos mismos. Esta incertidumbre solo agravaba el conjunto de desafíos que actualmente enfrentaban. Además, estaban perplejos sobre el origen de estos individuos, dado que todos los pasajes parecían estar sellados o comprometidos.
No tenían tiempo para detenerse en el problema, sus mentes avanzaban a mil por hora mientras sus cuerpos continuaban su implacable embestida. El caos y el peligro hacían imposible que los Winters recogieran los núcleos de cristal. La Señora Winters solo podía observar con el corazón apesadumbrado cómo los zombis caían uno tras otro al suelo, lamentando la pérdida de esos preciados núcleos de cristal. Se demostró que realmente era la esposa de un empresario, quien no quiere asumir pérdidas.