No estaban del todo equivocados; Campana efectivamente los miraba con desdén, riendo en silencio mientras observaba sus luchas contra la implacable marea de zombis, siendo empujados y puestos a prueba por el caos que los rodeaba.
La obediencia de Campana hacia Kisha provenía de su profundo vínculo como maestro y bestia contratada, una conexión que impulsaba su lealtad y obediencia. Sin embargo, con Kisha inconsciente, Campana no tenía a quién responder, y su lado más amable, reservado únicamente para Kisha, estaba dormido. En consecuencia, su actitud orgullosa y dominante tomó la delantera, reflejando su independencia y poder innato.
Con la ayuda de Campana, el equipo de Tristan ascendió al décimo piso de manera más rápida y eficiente de lo inicialmente anticipado. También fortificaron su camino sellando salidas de emergencia abiertas con muros de tierra, como medida de precaución contra posibles ataques de zombis por ambos lados.