—¿Están todos listos? —preguntó Tristán desde el frente, su mano descansando en la perilla de la puerta sin girarla todavía. Echó un vistazo hacia atrás al grupo, notando la determinación grabada en sus rostros.
Todos asintieron al unísono, tomando alientos profundos y apretando el agarre en sus armas. Posicionados en el centro estaban el Patriarca, el señor y la señora Winters, y aquellos encargados de llevar las camillas.
Tras una última revisión, Tristán respiró hondo, fortaleciéndose antes de girar la perilla de la puerta de emergencia que llevaba a los pisos superiores. El verdadero problema ahora estaba por delante: los zombis al acecho en la salida de emergencia. Con su ascenso, el desafío se duplicaba; si se involucraban en combate, avanzar se volvería aún más difícil con el riesgo de zombis adicionales descendiendo desde arriba. Una estampida podría aplastarlos, y los zombis cayendo representaban otra amenaza, entre innumerables otras posibilidades.