Incluso la propia madre de Duke, a quien él respetaba y amaba profundamente, nunca había recibido tal trato de su parte. Tampoco su padre, a quien respetaba y seguía obedientemente. Por lo tanto, quienes habían pasado los últimos días con Duke y Kisha, presenciando sus interacciones de cerca, comprendieron la importancia. Les quedó claro que Duke estaba decidido a hacer de Kisha su futura esposa, a pesar de no vocalizarlo aún —o quizás, ni siquiera él mismo lo había realizado.
Observando asombrados mientras la pareja se afanaba en cocinar, se dieron cuenta de que Kisha y Duke tenían una notable comprensión tácita entre ellos. Se movían con fluidez, como una pareja de largo tiempo, sin necesidad de intercambiar palabras.