Kisha y Duke disfrutaron de diez horas de sueño pacífico y sin disturbios en el tranquilo espacio. Al despertar, Kisha tomó una profunda respiración, su sonrisa creciendo mientras el fragante aroma de las flores llenaba sus pulmones.
El suave sol se filtraba a través de sus gruesas y rizadas pestañas, revoloteando como delicadas alas de mariposa.
—¿Estás despierta? —la voz ronca de Duke resonó suavemente a su lado, teñida de un toque de calidez y afecto. Cuando Kisha abrió los ojos, fue recibida por su tierna mirada.
Él yacía de lado, sosteniendo su cabeza con su brazo derecho, su expresión llena de quieta adoración mientras la observaba.
Se inclinó hacia adelante, dejando un suave beso en sus labios. —Puedes dormir un poco más si quieres —susurró tiernamente, su voz calmante y tierna.
—¿Por qué intentas mandarme de vuelta a dormir? Tú eres quien debería descansar un poco más —bromeó Kisha con un puchero juguetón, girándose para enfrentarlo con una suave sonrisa.