Mientras la tensión finalmente disminuía, todos se hundieron en el suelo, el agotamiento evidente en sus expresiones. El terror estaba pintado en sus rostros mientras procesaban las experiencias angustiantes de la noche, cada respiración un recordatorio del terror que acababan de soportar.
Incluso los supervivientes refugiados dentro de las paredes temblaban de miedo, su ansiedad intensificada por los disparos distantes y los ecos ominosos de la horda más allá.
Toda la noche, estuvieron atrapados por el miedo, rezando fervientemente para que la batalla llegara a su fin, cada sonido un recordatorio del peligro al acecho justo fuera de su frágil santuario.
A medida que el sol salía por el este, una ola de alivio se extendió sobre todos, como si finalmente se hubiera desalojado una espina de pescado de sus gargantas.
