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Ella apreciaba cómo Duque guiaba sus momentos íntimos, y realmente disfrutaba de la experiencia. Su atención la hacía sentir maravillosa, aunque su resistencia no podía igualar a la suya. A pesar de esto, sentía una abrumadora sensación de euforia.
«¡Maldición, era bueno en esto!», pensaba Kisha.
Al mismo tiempo, su temor provenía del hecho de que esta era su primera experiencia con un hombre, lo que la dejaba insegura de cómo satisfacer sus necesidades. Las ansiedades no expresadas también persistían de su vida pasada, donde la traición y el engaño llevaron a consecuencias trágicas. Estas cicatrices no resueltas la hacían cautelosa, aunque deseaba profundamente estar cerca de Duque y compartir estos momentos con él.