Kisha interrumpió su ensueño con una sonrisa gentil. —Hermanito, no les digas a nuestros abuelos aún. Quiero ser yo quien comparta la noticia con ellos. Además, Duke y yo planeamos intercambiar nuestros votos en Ciudad A, donde toda la familia pueda estar presente. Sonrió a Keith, sabiendo muy bien cuán protector era él con ella.
Si tan solo hubiera escuchado su desaprobación hacia aquel idiota en el pasado, quizás Duke no habría tenido que morir, y ella no habría sido traicionada por esas serpientes.
Por eso quería que Keith aceptara primero a Duke, para solidificar su vínculo como verdaderos cuñados. En su vida anterior, Keith y Duke habían sido tan cercanos como ella lo era con Duke; se trataban como hermanos de verdad. Kisha estaba segura de que, incluso en esta vida, Keith llegaría a querer a Duke de la misma manera.