—¡Tenemos un pulso! —gritó alguien desde el grupo que aplicaba los primeros auxilios. Instantáneamente, todos se animaron, esforzándose por echar un vistazo a Rosa.
«Parece que no habrá luto todavía, pero tal vez más tarde», pensó Gorrión. Puede sonar insensible, pero no quería hacerse ilusiones. La verdadera batalla aún estaba por delante: Rosa seguía luchando contra el virus que estaba tomando su sistema y amenazando con consumir su cerebro.
Aunque por ahora seguía siendo humana, iba y venía de la conciencia, moviéndose entre el borde de la muerte y su estado actual.
—¿Lo ves? —preguntó Clyde, acercándose más a Gorrión mientras fijaba su mirada en el rostro de Rosa. Las venas negras todavía marcaban su cuello y mejillas. Mientras tanto, Gorrión estaba preocupado por la situación que se desarrollaba, reorganizando su horario y el tiempo de la misión mientras estrategizaba sus siguientes pasos para continuar el camino por delante.