—Pero, ¿qué podría hacer Duke? Estaba tan enamorado de su esposa que deseaba poder mantenerla a su lado todo el tiempo, asegurándose de que se quedara en cama hasta estar completamente exhausta. Sin embargo, entendía que ella tenía tareas importantes que atender. Así que, lo dejó pasar, saboreando el desayuno que ella había preparado para él y apreciando sus esfuerzos al hacerlo; sentía que la comida que ella hacía era la más deliciosa que había comido jamás.
Del lado de Kisha, aunque no estaba físicamente exhausta por correr, estaba empapada en sudor y jadeaba pesadamente; su corazón latiendo como si hubiera escapado por poco de un peligro. Se dio unas palmadas en el pecho un par de veces para calmarse, manteniéndose erguida en la cima del Muro Sur mientras los soldados y guardianes de la puerta la observaban con admiración y curiosidad.