Cuando el hombre escuchó la propuesta de Kisha de permitirle entrar en el área de cuarentena y quedarse al lado de su esposa, sus ojos se abrieron de par en par en incredulidad, y las lágrimas que lo habían estado ahogando comenzaron a disminuir. Temiendo que Kisha pudiera cambiar de opinión, asintió enérgicamente y rápidamente se movió para levantar a su esposa inconsciente.
—¡Iré enseguida! —balbuceó el hombre, su voz llena de urgencia—. ¿Traeré a mi esposa? ¿Esto es verdad, verdad? —Buscaba desesperadamente la confirmación de la oferta de Kisha.