—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Kisha, tratando de mantener la compostura a pesar de sentirse como un ciervo atrapado por los faros. Se dio cuenta de que había caído en la trampa de Duke, convenciéndose a sí misma de que él priorizaría su tarea y olvidaría su deseo de esa mañana. Ahora estaba claro lo que más le importaba a él.
—Cariño, sabes cuánto he estado esperando nuestra noche especial. ¿Cómo podría dejar que un asunto insignificante interfiriera con mi deber hacia ti? —Duke bromeó, su tono impregnado tanto de seducción como de seriedad—. ¿Y si esto te diera una razón para dejarme por alguien más joven? Su mirada juguetona pero intensa dejó a Kisha incierta sobre sus verdaderas intenciones.