Clyde era consciente de que Kisha estaba bien versada en este asunto, así que lo dejó de lado por el momento. En su lugar, decidió centrarse en el banquete de celebración, donde todos se estaban divirtiendo. Estaba decidido a mantener el ambiente festivo y no dejar que ninguna preocupación empañara el humor.
Todos comían y bebían alegremente, saboreando el momento como si estuvieran de vuelta en los días antes del apocalipsis, simplemente disfrutando de una cena en familia. La calidez y la seguridad que sentían eran casi abrumadoras, llevándolos al borde de las lágrimas. Apreciaban plenamente la paz que tenían en ese momento, eligiendo valorarla en lugar de centrarse en lo que les faltaba. Esperaban que esta tranquilidad durara un poco más antes de que otro desastre amenazara con romper su efímera sensación de calma.