—¡Zeus, siéntate! —ordenó Kisha con firmeza.
Zeus, emocionado al ver más gente alrededor, se precipitó hacia ellos. Con un movimiento ágil, Zeus plantó sus patas delanteras en el suelo y se agachó, creando largas marcas de frenada en la tierra mientras luchaba por detener su inercia, finalmente llegando a parar justo antes de alcanzar a Gorrión y a los demás.
Al recordar a Zeus, Gorrión y Buitre se restregaron las puntas de las narices con timidez por la vergüenza. Habían estado tan en alerta, tan concentrados en su entorno que habían olvidado la nueva y potencialmente letal mascota de Kisha. Incluso Gorrión dudaba si podría salir victorioso en una pelea contra Zeus.
—Así que aquí es donde vive, y supongo que Campana también está aquí, ¿verdad? —intentó desviar la conversación Gorrión, dándose cuenta de que habían olvidado completamente a Zeus desde su aparición durante el escaramuza que se les había pasado por alto.