Cuando Kisha y Duke volvieron a la villa, ya era mediodía y la hora del almuerzo se acercaba. Afortunadamente, el trío ya había preparado la comida y estaban en proceso de poner la mesa. Al escuchar movimiento en la entrada, levantaron la vista para ver a Kisha guiando a un grupo de recién llegados al interior, con Duke siguiéndola de cerca, una sonrisa indulgente en su rostro.
El trío intercambió miradas confusas, cuestionándose silenciosamente sobre el anciano de aspecto débil y los niños que Kisha estaba llevando a la villa. —Seguramente, ¿no estará planeando una obra de caridad? —parecían preguntar sus ojos.