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Sólo ahora se dieron cuenta, gracias a la perspicacia del Buitre, de que siempre habían estado rodeados por estas mortales máquinas, simplemente no las habían notado por su capacidad de esconderse y cambiar de tamaño a voluntad. Este camuflaje les permitía integrarse a la perfección en su entorno como si fueran insectos ordinarios.
Kisha no interrumpió a Buitre mientras compartía más perspectivas con el grupo sobre el apocalipsis, relatando su propio viaje y preparándolos para lo que les esperaba. Sus historias mantenían a todos comprometidos y fascinados, añadiendo una dinámica vivaz a un viaje que de otra manera podría haber sido potencialmente monótono. La inclinación de Buitre por el chisme y contar historias era evidente, y Kisha no veía inconveniente en dejarlo continuar. Ella confiaba en que el equipo de Aston no la traicionaría y las explicaciones de Buitre ayudaban a rellenar los huecos, reduciendo la necesidad de que ella explicara todo por sí misma.