Cuando llegaron a la estación de gasolina, Kisha permitió que el grupo descansara. Los estantes estaban saqueados y el lugar parecía haber sobrevivido a un huracán, pero las ventanas y puertas de vidrio seguían intactas, y solo había unos pocos zombis alrededor. Esto probablemente explicaba por qué el lugar había sido saqueado tan a fondo. Kisha y los demás podían descansar allí tranquilamente, reuniendo fuerzas y atendiendo sus adoloridos músculos.
—¿Estás bien? —preguntó Duke, sentándose al lado de Kisha y entregándole una botella de agua fría. Él se encontraba bien gracias a su extenso entrenamiento y monstruosa resistencia, pero su gente era diferente; jadeaban por aire. Kisha habría estado casi tan exhausta, si no fuera por los +10 puntos adicionales en todas sus estadísticas debido a su título.