A medida que transcurría otra hora sin incidentes, la tensión se cernía pesada en el aire, oprimiendo la garganta de todos. Con cada tic-tac del reloj, la realización se profundizaba: sus enemigos estaban desentrañando gradualmente sus tácticas. Era solo cuestión de tiempo antes de que descubrieran el santuario de los Winters dentro del edificio.
En el reducido espacio del apartamento, la perspectiva de combate parecía desalentadora. Con su propia gente llenando el espacio, cualquier altercado podría volverse caótico rápidamente, dejándolos vulnerables a un ataque rápido. Su único consuelo residía en la esperanza de que sus adversarios no recurrieran a explosivos u otros medios destructivos para eliminarlos.