Para cuando llegaron al nuevo lugar de su madre política, Alix tenía todos los detalles e información que el sistema tenía, excepto por la razón por la que casi había sido atacada.
Ninguna de las cuentas en la pulsera había cambiado de color como esperaba. Con la forma en que las cuentas estaban ardiendo, pensó que todas estarían negras para ahora. Alix sentía más presión ahora para regresar al mundo de nivel uno y encontrar otra pulsera de alguna manera.
La tocó y calmó su ansioso ser. Esta pequeña cosa podría ser el mejor objeto de suerte que recibió del juego.
La imaginación desbordante de lo que podría haber sucedido en ese estacionamiento subterráneo si la pulsera no la hubiera advertido continuó atormentando su mente mientras esperaba que se abriera la puerta del condominio de Yura. En el momento en que se abrió, vio a su madre política Yura, cuyos ojos tenían un brillo raro de felicidad.