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—Pero no les di regalos a tus amigos cuando los conocí —dijo ella.
Para ella, la lógica dictaba que si él le daba regalos a sus amigos al conocerlos, ella debería hacer lo mismo con los de él —¿Deberíamos invitarlos a todos a casa uno de estos días? Tus amigos y los míos. Sé que Mumu está muriendo por conocer a Xiaobo en persona.
Él sonrió de repente, como si algo bueno le hubiera cruzado la mente. Seguro que no eran sus palabras porque no había nada gracioso en lo que acababa de decir.
—No necesitas darles regalos a mis amigos. Por otro lado, yo tengo que hacer que a tus amigos les caiga bien para que me cuenten todos los secretos que me estás ocultando. Si en el futuro me evades porque estás enfadada, ellos también pueden delatarte y decirme dónde te estás escondiendo.
—Debí saber que un hombre astuto como tú trama algo malo —respondió ella.