La Abuela Pei siempre había creído que los dioses nos vigilan desde arriba.
—No deberías hacer esto —Si Fuqing ayudó a la anciana a ponerse de pie—. Eres la mayor, y no puedo aceptar tales gestos. Me pagan por mis servicios; es un beneficio mutuo.
La Abuela Pei se secó las lágrimas, su expresión solemne, —Señorita Si, tienes un buen corazón. Me aseguraré de agradecerte adecuadamente.
—No es necesario agradecer —Si Fuqing negó con la cabeza ligeramente, sonriendo—. Tengo otros asuntos pendientes, así que no me quedaré más tiempo.
La Sra. Pei lanzó una mirada furiosa a Pei Mengzhi y dijo, —Apresúrate y escolta a la Señorita Si a la salida.
Pei Mengzhi tembló y la siguió rápidamente.
Después de caminar una distancia, Si Fuqing se detuvo y se dio la vuelta, —Pareces estreñido. ¿Qué quieres decir?
Pei Mengzhi:
—…
¿Qué clase de descripción era esa?
Luchó por encontrar las palabras, solo para exprimir, —Solo... pienso que eres diferente de los rumores.