El personal temblaba violentamente, dudando en hablar, sus ojos esquivando aún más evasivamente.
—¿De qué tienes miedo? Solo estoy haciendo una pregunta —dijo Si Fuqing con una sonrisa fría—. Preguntaré una vez más, ¿dónde está ella?
—Ella fue, fue llevada por algunas personas —respondió débilmente otro empleado—. Eran muchos; no nos atrevimos a detenerlos.
Los dedos de Si Fuqing se apretaron alrededor del vaso de té de perlas.
Esta era la primera visita de Yu Tang a Lin; había pasado sus anteriores dieciocho años en la ciudad de Sijiu, casi nunca saliendo de los terrenos de la familia Yu.
Con su naturaleza libre, era poco probable que hubiera provocado a alguien.
Sin tener que pensarlo, Si Fuqing sabía que Yu Tang probablemente estaba metida en problemas por ella.
Quizás los secuestradores habían capturado a la persona equivocada, o tal vez pretendían usar a Yu Tang como palanca en su contra.
