Después de que Xia Sheng terminó la frase, observó a Si Fuqing atentamente.
Sin embargo, los ojos de Si Fuqing no vacilaron en lo más mínimo. —No la conozco. ¿Por qué? —contestó.
—Pensé que tú y la Señorita Ji podrían ser parientes —Xia Sheng frunció ligeramente el ceño—, porque se parecen un poco.
—¿Ah sí? —Si Fuqing sonrió—. ¿Qué tan parecidas?
—No es un parecido exacto. Si alguien se parece, sería esa aprendiz bajo tu tutela —Xia Sheng parecía haber hecho su tarea antes de venir aquí, con una expresión seria—. Hay un tipo de semejanza entre ustedes; a primera vista, uno podría confundir a una con la otra, pero al observar de cerca, las diferencias son claras.
—¿Una semejanza? —preguntó Si Fuqing.
—Sí, pero tú eres mucho más bella que ella. Ella ha estado enferma durante años y siempre luce pálida —añadió Xia Sheng.
—Si está enferma, debería ver a un médico más a menudo —respondió Si Fuqing con indiferencia.