Si Fuqing no necesitaba habilidades de actuación, ni sabía cómo bailar o cantar.
Su rostro, proyectado en la gran pantalla, era más que suficiente.
Uno de los desafíos de pasar de ídolo a actor siempre ha sido que la gran pantalla magnifica cualquier imperfección facial.
En el escenario, la iluminación puede ayudar a ocultar estos defectos, pero en la televisión no hay forma de escapar de ellos.
Siempre ha habido una brecha en el atractivo entre los ídolos y las estrellas de cine.
Sin embargo, Si Fuqing no tenía tales preocupaciones que la agobiaran.
Incluso en un saco, se vería hermosa.
—Xia Sheng, ella... —La asistente frunció los labios—. ¡Pero tus habilidades son muy superiores! Mira sus rasgos; son perfectos, pero son audaces y modernos, completamente incompatibles con el estilo clásico.
Xia Sheng examinó una vez más a la chica en la pantalla. Frunció el ceño—. Ella se parece a alguien...
La asistente estaba perpleja:
— ¿A quién?