Respecto a Si Fuqing, Feng San no se atrevió a demorarse y condujo a toda velocidad hacia el Primer Hospital Lin.
Yu Tang no logró subir al coche y sus novelas cuidadosamente compradas fueron todas confiscadas.
Se sintió completamente derrotada. Mientras amargamente pedía un viaje compartido, le enviaba mensajes de texto a Si Fuqing.
—Fuqing, déjame contarte lo irrazonable que es mi Tío Nueve. ¡Es tan insensible, tratándome de esta manera! ¡Debes dejarlo y estar conmigo! —escribió Yu Tang.
—No hay problema, una vez que haga suficiente dinero. —respondió Si Fuqing.
Los ojos de Yu Tang se iluminaron.
—¡Eres la mejor, Qingqing! ¿Puedo guardar mis libros en tu casa? Me temo que los confisquen otra vez. —continuó Yu Tang.
—OK. —fue la breve respuesta de Si Fuqing.
Contenta con la respuesta precisa, Yu Tang subió al viaje compartido y también se dirigió al hospital. No creía que su Tío Nueve se atrevería a confiscar los libros de Fuqing.
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Mientras tanto, en la casa Zuo.
