—¿Sabías que el pago por el patrocinio de Meng Xue fue de doce millones de dólares? Me pregunto cuánto te ofrecieron a ti, Profesora Si?
Si Fuqing no respondió, simplemente lanzó la lata de coca que tenía en la mano.
La cara de Lin Qingyan cambió, forzando una sonrisa —Profesora Si, necesito ir al hospital. ¡Me voy primero!
Prácticamente huyó de la escena.
Si Fuqing no miró atrás, regresó al estudio de danza donde generosamente alimentó a cierto pixiu con tres ladrillos de oro.
Little Bai inmediatamente se animó.
—Realmente eres un pixiu, siempre recibiendo y nunca dando, —suspiró Si Fuqing, acariciando su esponjosa cabeza—. Desde que estás conmigo, debes haber comido al menos quince ladrillos de oro. Dudo que hayas recuperado tu habilidad para hablar, y mucho menos tu fuerza.
Ser una bestia espiritual, entender el lenguaje humano y la naturaleza, era lo mínimo indispensable.
Little Bai gimió suavemente, rascando y garabateando con su pata en el suelo.
