—Madre, ¿deberíamos salir a echar un vistazo ahora? —le preguntó Wei Qingwan a la Señora Yun.
—Parece que ladrones han entrado y están peleando con la gente de la casa. ¿Qué planeas hacer saliendo ahora? No añadas al caos —le lanzó Wei Ruo una mirada severa a Wei Qingwan.
Sabiendo que algo no estaba bien, Wei Ruo estaba aún menos inclinada a salir y comprobar qué estaba sucediendo.
Si en verdad hubiera alguien peleando y matando, sería inapropiado para ella ir allí.
El impedimento de Wei Ruo a Wei Qingwan de salir no era por preocupación por la seguridad de Wei Qingwan, sino por su temor de que Wei Qingwan causara problemas para ella.
—¿Ladrones han irrumpido? —la expresión de Wei Qingwan cambió inmediatamente, y había un atisbo de miedo en sus ojos.
Aunque su padre era coronel y vivían muy cerca del escenario de guerra, Wei Qingwan nunca había estado realmente cerca de derramamiento de sangre.
Si realmente pasara algo afuera, Wei Qingwan no sabría cómo reaccionar.
