—Los estoy manteniendo en suspenso —Wei Ruo dio una sonrisa misteriosa.
—¡Señorita, es usted muy malvada, avivando la curiosidad de uno sin saciarla! —se quejó Xiumei.
—De todos modos, mientras los haga sentir incómodos, lo descubrirán cuando volvamos a la Prefectura Militar la próxima vez —dijo Wei Ruo juguetonamente.
Xiumei murmuró:
—Está bien, esperaré, ¡entonces me reiré después!
Después de pensar un momento, Xiumei dijo —Señorita, parece que ha estado particularmente interesada en provocar a la segunda señorita últimamente.
—En efecto —admitió Wei Ruo con franqueza—, ¿qué puedo hacer si Wei Qingwan no me deja en paz? He tratado de evitarla, pero ella sigue con sus pequeñas travesuras, tratándome como su rival imaginaria. Si ella no está contenta con estar en paz, yo tampoco puedo ser cortés con ella. Es mejor darle más que hacer para que no pase todo el día maquinando contra mí.
