—Madre, por favor, habla —Wei Ruo vagamente tuvo una corazonada de lo que estaba por venir.
—Esta es la situación. Recientemente, la prefectura de Taizhou y hasta todo Jiangzhe han sido golpeados por una repentina caída de la temperatura. Muchos cultivos se han congelado hasta morir —Madame Yun suspiró mientras la preocupación nublaba su rostro.
—He oído algunas noticias sobre eso —respondió Wei Ruo.
—Sí, siempre te has preocupado por los asuntos agrícolas, así que es de esperar que supieras de estos incidentes —Madame Yun estuvo de acuerdo.
Wei Ruo no respondió, esperando que Madame Yun continuara hablando.
Mirando a Wei Ruo, después de un momento de reflexión, Madame Yun continuó: