—¿Es esa partícula dorada un fragmento de su alma? —preguntó Duan Yixin con un atisbo de sorpresa en su voz.
—Sí —asintió el Camino Celestial.
—¿No hay manera de que podamos ayudarla? —preguntó Duan Yixin estuvo en silencio durante mucho tiempo.
—Como él dijo, realmente eres un alma gentil —dijo el Camino Celestial sintiendo un rastro de tristeza en su voz, mientras extendía la mano para acariciar gentilmente la cabeza de Duan Yixin.
—Tengo una manera de salvarla, pero necesitarás volver a tu mundo original para hacerlo. Además, puede que nunca tengas la oportunidad de ver a Xuan Ruiquan nuevamente. ¿Ayudarás a esta pobre alma? —dijo luego, al ver la expresión confundida de Duan Yixin mientras le frotaba la cabeza y retiraba su mano, con una sonrisa.