Gu Yan estaba parado en el pasillo, sonriendo y observándola.
—¡Deja de mirar! ¡Deja de mirar y de reír! ¡No me queda absolutamente nada de dignidad! —exclamó Gu Jiao.
Gu Jiao le lanzó una mirada despectiva a Gu Yan.
Justo en ese momento, el cachorro se despertó, lloriqueando y comenzó a buscar a Gu Jiao.
Gu Yan lo levantó.
El pequeño cachorro temblaba de miedo al acercarse a Gu Yan, lloriqueando fuertemente.
Gu Yan no retuvo su mirada letal.
Carecía de compasión, despreciaba estas adorables criaturas, especialmente cuando esta había estado en brazos de ella...
—¡Ella nunca me sostuvo! —pensó indignado Gu Yan.
Gu Yan lo miró con envidia, como si fuera a aplastarlo al siguiente segundo.
El cachorro sintió la intención asesina de Gu Yan y sus gritos se intensificaron.
—¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! —gritó el cachorro.
—Solo por ella, te perdonaré —resopló Gu Yan.
Aunque odiaba a esa pequeña criatura, a ella le gustaba. Por lo tanto, él podía tolerarlo de alguna manera.