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—Tío Guay, qué título tan interesante.
—Es la primera vez que al Emperador lo llaman así, todas las palabras aduladoras de los demás no se comparan con este único término del niño, Tío Guay.
—Este niño no parecía tener miedo de él, aunque estaba vestido de incógnito, había establecido desde hace mucho un cierto aire real por los años sentado en el Trono del Dragón. Normalmente, la gente estaría cautelosa al verlo.
—Se agachó.
—Eunuco Wei lo detuvo:
—¡Su Majestad!
—El Emperador levantó la mano para detenerlo, indicándole que se callara. Se agachó frente al pequeño niño, mirándolo a los ojos.
—Este niño era tan hermoso, con una cara redonda, ojos grandes como uvas y cejas pequeñas llenas de energía. Su pequeña nariz y boca también eran increíblemente encantadoras.
—La última vez que vio a un niño tan lindo fue cuando Ahen era pequeño.