—¡Están elogiando a Gu Jinyu por su excepcional inteligencia!
Gu Jinyu hizo una reverencia y dijo —Todo es gracias a la gran enseñanza de la abuela. Desde mi niñez, he disfrutado mi tiempo bajo su tutela, donde aprendí observando y escuchando. Mi conocimiento actual se debe todo a su esfuerzo. Ella no mostró favoritismo por ser yo una niña; invitó a muchos distinguidos académicos para que me tutelaran. Sin la abuela, no habría Condesa Jin Yu.
La Señora Viuda de Gu se emocionó con estas palabras.
De hecho, la Señora Viuda amaba profundamente a Jin Yu, pero no podía comparar este amor con el que sentía por sus tres nietos legítimos. Los académicos fueron invitados por el Marqués Gu, y todo lo que la anciana había hecho era no objetar.
Pero Jin Yu le atribuyó este crédito a ella. Esto demostraba su devoción filial.
A diferencia de esa niña salvaje que fue criada en el campo; ha estado en la Ciudad Capital durante tanto tiempo, y aún no ha venido a presentar sus respetos.
