—¿Qué ha ocurrido? —preguntó.
Xue Ningxiang ya estaba sollozando incontrolablemente.
—¡Esta mujer me está acusando falsamente! —dijo el erudito.
—¿De qué exactamente te ha acusado? —preguntó el director Li.
—¡Dijo que robé su plata! —respondió irritado el erudito.
—¿La robaste? —luego preguntó el director Li.
—¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Por supuesto que no robé! Te dije que me acusó falsamente, ¿no me escuchaste? —estaba furioso el erudito.
—Es cierto, estos dos son estudiantes que viajan a la Ciudad Provincial para el examen. Qué mala suerte, ser acusados por esta mujer —intervino una mujer que observaba la situación.
—¿A qué academia privada pertenecen? —examinó detenidamente a la pareja el director Li.
—¡Somos de la Academia Tianxiang! —posó orgullosamente el erudito.
—¿Ah sí? ¿Cuáles son sus nombres? ¿De qué clase son? —entrecerró levemente los ojos el director Li.
—¿Qué te importa? —replicó impacientemente el erudito.