Lin Wei extendió la mano y palmoteó la espalda de su hermana, encorvada como un camarón, y se contuvo de reír. —Está bien, está bien, ya todo pasó, no hay daño hecho. Deja de hacer esto, ya. Somos solo nosotras dos hermanas, no me reiré más de ti.
Lin Wei frotó su rostro sobre sus rodillas, sacudió la cabeza, y murmuró —Yo, cada vez que pienso en lo que acaba de pasar, solo que, solo que, sollozo sollozo, hermana mayor, estoy totalmente avergonzada.
Lin Wei, con su piel tan sensible, debió haber sentido una profunda vergüenza, especialmente después de forzar a Xiao Sisi a confesar que había orinado en público. Quizás, aún más, se sentía culpable hacia Xiao Sisi.
—No te preocupes, hermanita, ya no hay problema. Tus intenciones eran buenas, sé que tienes un buen corazón, queriendo ayudar a ese niño, pero fue un poco...
—¿Un poco qué? —Lin Wei levantó su carita llena de lágrimas y miró seriamente a su hermana mayor.