—Vamos, ejercita esos músculos tuyos. Date prisa y lava mi ropa —las cejas de Lin Yi se fruncieron, sabía que Viejo Cabeza de Hierro estaba siendo mezquino otra vez. Mientras se preocupaba por la ropa, dos calcetines apestosos y agrios flotaron hacia su cabeza.
—Alguien se asomó con una sonrisa traviesa —oh, olvidé, también hay dos calcetines.
—Lin Yi se quedó sin palabras, sintiendo que no haber informado lo de Ma Junying al Joven Maestro era lo más lamentable que había hecho. Debería haberlo reportado todo con gran detalle, haciendo a alguien ansioso, enojado y sin embargo sin ningún recurso.