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—¿De dónde ha salido esta niña, acaso no escuchó que dijimos que hoy no atendemos? ¡Cómo se atreve a irrumpir en la tienda! Realmente no sé cómo te han educado tus mayores! —dijo la Señora Xie al ver que Lin Yuan no le prestaba atención y en cambio entró a la tienda, lo que de inmediato hizo que su rostro se ensombreciera. La comisura de su ojo se desplomó y con un resoplido por la nariz.
—Señora Xie, esta chica no es mi cliente, es una hermana menor mía. No suele venir al pueblo, y ha venido a buscarme para divertirse ya que ha tomado la molestia de visitar hoy. Por favor, sea un poco más amable con ella —habló Mo Sanniang con voz suave al intervenir para proteger a Lin Yuan; solo había conocido a Lin Yuan una vez antes y no estaba familiarizada con su temperamento. Después de todo, solo era una joven.