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—Habiendo dicho eso —echó un vistazo a los espectadores y señaló al hombre tendido en el suelo, advirtiéndoles:
— Tías y tíos, ancianos, más les vale mantenerse alejados de este gran mentiroso. Lo que mejor sabe hacer es inculpar a la gente y extorsionar plata. Nadie en nuestro pueblo le presta atención. ¡Ni siquiera cuida a su propia madre, y se pasa los días intentando arrebatarle plata a su hermano menor, que ya tiene su propia casa, y casi vende a su única hija al burdel!