—Séptima Hermana —llamó Lin Yuan dulcemente. Bocazas, que estaba deshierbando con su hijo, se volvió a mirarla. Quizás de buen humor hoy, no tenía el rostro tan adusto como el día en que se conocieron; una sonrisa olvidada aún perduraba en las comisuras de su boca—. ¿Vienes a trabajar, niña? Mira tus verduras, oh Dios, has estado demasiado ocupada 'luchando' con tu tío mayor y tu tío tercero como para preocuparte por tus cultivos, ¿verdad?
Incluso Bocazas, que vivía en el extremo oeste del pueblo, sabía sobre los asuntos de su familia; Lin Yuan se sintió algo avergonzada. Sin embargo, al ver a sus hijos, Lin Yuan de repente recordó algo y preguntó:
—Séptima Hermana, ¿no es tu segundo hijo quien trabaja construyendo casas para otros?
—Así es, se acerca el Festival del Medio Otoño, así que se está tomando un día libre —respondió Bocazas, ocupada con sus manos, sin levantar la cabeza, y preguntó casualmente—. ¿Por qué? ¿Tu familia está planeando construir una casa?
