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Lin Yuan aceptó agradecida la oferta, prometiendo que definitivamente devolvería el favor en el futuro, antes de irse sin más demora.
—La Tía Chen se apoyó en la puerta, observando la figura que se alejaba de Lin Yuan, y suspiró sin darse cuenta. Era consciente de las dificultades en la casa de Lin Yuan estos últimos días, pero no se había atrevido a visitar debido a la tiranía de su viejo; sin embargo, la chica no se quejaba en absoluto. A su viejo y a Zhu Zi no les caía bien la chica, pero la Tía Chen siempre pensó que Lin Yuan era una buena niña, llena de lealtad y gratitud.