—Princesa Higuirre, por favor continúe, la Princesa Chen la está esperando —dijo Yang Mengchen con una sonrisa leve a la atónita Higuirre.
Lan Ling tenía una inclinación particular por investigar armas blancas, especialmente ballestas, hacia las cuales sentía un cariño especial. Una vez había desarrollado una ballesta de diez tiros y, siempre que había tiempo, practicaba tiro con arco con ella. Después de que Lan Ling muriera en cumplimiento de su deber, ella continuó practicando en memoria de su amiga.
Aquí, aunque no había tocado una ballesta desde entonces, las habilidades habían quedado grabadas en sus huesos. Sumado a su robusta fuerza interna y la práctica frecuente de la Habilidad de la Aguja Voladora, sus técnicas se hicieron naturalmente aún más refinadas.
—No hace falta continuar, admitimos la derrota —dijo Batelgen con una sonrisa.