Dan Zhu permaneció en silencio.
—Tantos expertos fracasaron en matar a esa desgraciada la última vez; debe tener un destino significativo, pero ¡nunca dejaré esto pasar! —dijo Long Fengying entre dientes apretados, sus ojos rebosantes de resentimiento y malicia.
Al ver a Long Fengying desplomarse en su silla con el rostro enrojecido y la respiración repentinamente rápida, Dan Zhu le aconsejó apresuradamente:
—Princesa, calme su ira y cuide su salud.
Tras tomar varias respiraciones profundas para calmar su furiosa emoción, Long Fengying continuó maldiciendo a esos Médicos Imperiales por su incompetencia.
Desde que fue regañada por el Emperador y enviada de vuelta a su hacienda, tuvo una gran pelea con el príncipe consorte, y su cuerpo había comenzado a debilitarse. Siempre se sentía mareada y desorientada, sin embargo, esos Médicos Imperiales no podían encontrar la razón, solo decían que tenía mala circulación y necesitaba descansar. Qué pandilla de charlatanes.