Yun Hao pensó por un momento, su conversación realmente podía llevar fácilmente a malentendidos.
—No escuché nada.
Meng Yunhan no le creía y le murmuró en voz baja algunas veces:
—Todo es por ti, todo es por ti.
—Todo es por mí, todo es por mí, duérmete —Yun Hao pensó en el incidente de la noche en que regresó, lo cual le preocupaba un poco. Afortunadamente, no pasó nada, de lo contrario se culparía a sí mismo.
—Duerme conmigo, tengo frío.
—Está bien.
La separación era inevitable ya que Yun Hao era un soldado, no podía estar con Meng Yunhan todo el tiempo.
En el momento en que el hombre a su lado se levantó, Meng Yunhan ya estaba despierta pero cerró los ojos fuertemente, inmóvil. El ruido de sus movimientos llegaba a sus oídos, seguido del sonido de la puerta cerrándose. Sus lágrimas rodaron calientes y pesadas.
Él se fue, se fue, quién sabe cuándo será la próxima vez que se encuentren.