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Yun Hao no habló, solo la abrazó más fuerte, ambos sintiendo el fervor dentro del otro.
Incluso si Meng Yunhan fuera la más atrevida, después de reunir el valor para hablar abiertamente una vez, no podía hacerlo de nuevo.
Después de un rato, viendo que Yun Hao, quien la sostenía, no hablaba y su respiración era estable, preguntó con cautela:
—¿Estás dormido?
—¡Trata de dormir! —Entonces vio a Yun Hao dándole suaves palmaditas en la espalda de una manera que parecía consolar a un niño.
Meng Yunhan no quería cerrar los ojos, solo quería mirarlo así, sentir su presencia a su lado, sin que él la dejara o estuviera a miles de kilómetros de distancia.
—No puedo dormir —Pensar en este hombre marchándose trajo una oleada de renuencia y agravio.
Yun Hao gentilmente le dio palmaditas en la espalda y dijo:
—Estoy aquí, ¡duérmete! —Él también sabía que no podía acompañarla a cada momento, y ahora que estaba embarazada, dependía más de él que antes.