Mientras la serpiente se desorientaba y sus ojos se revolvían por el polvo alucinógeno, Faris quedó aturdido. Tantos colores parpadearon frente a sus ojos cuando saltó y comenzó a mirar al aire.
Aprovechando la oportunidad, Razial balanceó su pesada espada y cortó limpiamente la cabeza de la criatura gruñona. Un géiser de líquido carmesí-amarillo brotó, salpicando y anegando el área a su alrededor. Su cabeza rodó hacia un lado y su enorme cuerpo se amontonó entre el follaje en descomposición.
—¡Sí! —Aiko y Lotus juntaron sus manos en triunfo. Todos se relajaron al ver la serpiente muerta.
Razial sacó su pañuelo y comenzó a limpiar la espada con suficiencia. Lotus se acercó un paso al comandante y susurró.
—Estoy impresionada, fue un golpe limpio.
—Cualquier cosa por mi dama —Razial hizo una reverencia. —Tú tampoco lo hiciste mal.