—¿Quién habría pensado que mi bonita Lotus sería tan perversa? —Él arrastró las palabras sin aliento mientras ella acariciaba su longitud con el pulgar como una experta, acariciando los nervios justo debajo de su punta hinchada.
—¿Te sorprenderás? Razial... —Ella susurró a lo largo de sus labios levantados. Su cálido aliento avivó las llamas de la pasión entre ellos.
—¿Vas a decirme cómo aprendiste eso? —preguntó, señalando con los ojos hacia donde su mano había desaparecido dentro de su pantalón. Sus manos le picaban por tocarla también.
—Leí. —Ella se encogió de hombros con indiferencia, haciéndolo sonreír mientras intentaba fruncir los labios.
—¿Entonces eso es lo que siempre estás leyendo? —Se inclinó hacia ella tanto como sus enredaderas permitieron sin ahogarlo y rozó sus labios hambrientos con los de ella.