La tormenta se había intensificado y ya llevaban más de un día atrapados allí debajo de la cúpula.
—¿Estás seguro de esto, Razial? —preguntó Siroos, no deseaba abandonar a su compañero.
—Lo estoy. Ustedes volverán renovados y podremos continuar nuestro viaje —Razial confiaba en sus habilidades. De todas formas, el frío era lo que menos le molestaba.
Faris se adelantó y sostuvo los hombros de Razial.
—Me disculpo por cómo te traté en el pasado, eres un gran hombre —el hombre de ojos azules sonrió a Faris y le dio una comprensiva asentida de cabeza.
—Todo queda en el pasado, ve a conseguir un buen descanso.
—Gracias, comandante Razial. Te traeremos comida fresca —prometió Cassandra.
Razial asintió y se volvió hacia Lotus, quien permanecía sentada cerca del árbol, sin hacer ningún esfuerzo por moverse.
—¿Puedo tener tu anillo? —solicitó, extendiendo su mano.
Ella levantó la cabeza y lo miró confundida.